Libertad creativa: La gama de colores, texturas, materiales, es amplísima. No hay una dominación extrema como la que ocurría en los años en los que Worth “reinó” sobre la moda: las grandes fábricas de telas y encajes de Lyon le enviaban muestras y con base en sus decisiones se producían o no. Para que fuera rentable la producción industrial se orientaba por los cauces que Worth estableciera, aunque naturalmente no todo el material era adquirido por su Casa de modas. Pero en el mercado textil era éste el material que los demás modistos podían adquirir, porque era el que la industria había producido en cantidad. Nadie se arriesgaba a producir una tela o un adorno que Worth no fuera a emplear. Este tipo de restricción de hecho es cosa del pasado. El juego del mercado es el que tiene la última palabra. Los diseñadores y quienes producen elementos de vestuario